Confesiones las hay por todas partes, pero en el mundo de la peluquería y de la barbería tienen “un no sé qué que qué sé yo” que hace que los salones se llenen de los secretos y confidencias de los clientes que van a sentirse bien, ponerse guap@s y soltar todo aquello que tienen dentro.
Pero ¿Y los peluqur@s y barber@s? ¿Confesarán en su tienda de confianza? Desde la trastienda de iPelushop queremos saber más de los secretos y confesiones de los peluquer@s y barber@s del momento.
Presentación
Me han pedido que os cuente cosas sobre mi y sobre nuestra profesión, y después de pensarlo mucho y no saber por dónde empezar, he decidido que comenzaría por el principio.
Con tan sólo ocho años ya me fascinaba el olor a permanente. Un premio para mí era cuando mi madre o mi abuela me llevaban con ellas a la peluquería. Los rulos, los bigudís, esas botellitas pequeñitas de colores con esos olores (el plis), mmmmm. Digo yo, que eso ya sería una señal, ¿verdad?.
Cuando terminé octavo de EGB yo deseaba hacer peluquería, pero para ello tenía que desplazarme a la capital, (en este caso Lleida). A mi madre, no le gustaba nada que siendo tan joven (igual pensaba que se me comería un dragón o algo así) me fuese cada día sola en tren y me desplazase tan ricamente sin ningún control.
Visto esto, le prometí a mi madre matricularme en el instituto de nuestro pueblo (Mollerussa).
Cuando llegó septiembre su sorpresa fue que no me había matriculado en ningún lugar, ya que yo seguía en mis trece. ¡¡¡YO QUERÍA SER PELUQUERA!!!, no quería ir al instituto para hacer Bup, ni tampoco deseaba hacer Formación Profesional, ya que en nuestra localidad se trataba de: administrativo, electrónica, o mecánica. No había más opciones.
Mis padres intentaron apuntarme en un instituto de otra localidad pequeña, y si allí no quedaban plazas se planteaban a regañadientes mandarme a uno en Lleida, a lo que yo respondí, que para ir a Lleida, ¿porque no me dejaban estudiar lo que yo quería?
En mis veranos de 13, 14 y 15 años yo ya me desplazaba a otra localidad cercana (Bell-lloch) dónde aprendía o me entretenía en una peluquería. ¿Porqué no llegar un poco más lejos (Lleida) y dejarme preparar en una academia para aquello que llevaba dentro?
Finalmente mi hermana convenció a mi madre (que era la más reacia) y ésta, me hizo prometer que no faltaría a clase y añadió que si lo hacía ella misma se encargaría de borrarme de la academia. (A estas alturas, ya os habréis imaginado, que yo era un poco “trasto”, ¿verdad?).
Así fue como por fin, empecé a estudiar peluquería, en Lleida, con 14 años.
Mi primera experiencia laboral, comienza a los 15 años, en el mes de diciembre, en una filial de RAFFEL PAGES, en Lleida.
El 1 de febrero cumplía los 16 y firmé mi primer contrato. ¿Os lo podéis imaginar? con 16 años mi primer contrato. ¡Que feliz estaba! Lo mejor de todo, era, ¡que yo ya me creía peluquera! ja ja ja ja, madre mía. Santa inocencia.
A los 18 me incorporé en el equipo de Paquita Campaña y con ella recorrimos un montón de ciudades de España y alguna que otra isla haciendo galas y formaciones. Por supuesto aprendí muchísimo. Esto suponía trabajar muchos fines de semana, sin un día de descanso, lo cual nunca me importó, todo lo contrario, yo siempre quería irme. ¡Era tan feliz!
Con 18 años llega mi primera formación fuera de España. Decidí ir a Londres para hacer un curso en Vidal Sasson. Le pedí permiso a mi padre para ir. El dinero ya lo tenía ahorrado. A mi padre no le gustó mucho la idea ya que yo, nunca había salido de casa sola, pero le dije que ya tenía 18 y que no sería la única.
Allí empezó mi primera formación con monstruos de la peluquería. Fue fascinante. Creo que desde entonces, habré hecho más de cien formaciones espectaculares. Todavía hoy, me encanta aprender cosas nuevas:
- Qué hacer y qué no hacer jamás, (porqué hay cosas, que cuando las vemos nos duelen en el alma),
- Conocer gente nueva… Eso siempre me ha fascinado. Desde pequeña.
- Y compartir vivencias.
Y así es, cómo llegué a ser y como sigo siendo PELUQUERA.
Abrí mi primer salón en el año 2001, en un espacio modesto y pequeño, y allí estuvimos hasta el año 2014. A pesar de la crisis, creí que mis clientas merecían una recompensa por todos esos años de fidelidad. Así fue cómo me decidí a abrir el salón en una nueva ubicación, con más luz y con unas instalaciones modernas, adecuadas a la fidelización de todos esos años. (Todo ello por no mencionar todos los problemas que habían acarreado unas instalaciones antiguas, con problemas mil y de diversa índole). Para el equipo, también fue y sigue siendo una recompensa el cambio.
¿Qué cómo veo el sector?
Yo lo dividiría en dos partes. Una, la profesional y otra, la económica.
La profesional:
Veo unos Grandes Profesionales, con entusiasmo y con ganas de seguir adelante. Veo incluso asociaciones para poder llevar nuestra profesión más y más lejos. Se han creado concursos y galas dónde nos podemos encontrar y disfrutar de nuestra profesión. Eso me parece fabuloso. La verdad es que sigo disfrutando mucho en esos encuentros.
Aunque también veo grandes carencias en los profesionales que se inician. Carencia de “ganas” en muchos casos. Ganas de cobrar un salario y marcharse a casa. Esta parte, me entristece. Es posible encontrar colaboradores / trabajadores, con entusiasmo, no digo que no, pero por uno que se encuentra…
Lo que sí recomiendo muchísimo es a que la gente se forme porque hay mucho que aprender mucho que conocer de nuestros propios compañeros, relaciones que te aportan maneras nuevas de trabajo y mil trucos y secretos que podemos poner en práctica en nuestro salón. Siempre se aprende algo.
La económica:
Como ya ha dicho algún compañero, el IVA no nos acompaña. Estoy totalmente de acuerdo, que en un tique bajo no se cubren los gastos ni de coña.
Debemos seguir ofreciendo un buen servicio y hay que hacer malabares para poder salir adelante. Lo que está claro, es que nuestros clientes, a pesar de las decisiones de nuestros gobiernos, no se merecen irse a casa con un servicio inferior por culpa de los impuestos.
Espero ansiosamente que podamos convencer a los próximos gobiernos de que ese, es un gran problema.
¿Qué me motiva?
Cada mañana salgo motivadísima de mi casa, porque lo mío no es un trabajo, sino una manera de vivir. Adoro lo que hago.
A parte de mi trabajo, la parte que más me gusta es poder hacer sonreír a una persona que entra en nuestro salón triste o que ese día, se siente poco atractiva.
¡Cambiarle el día es lo más!
Saber, a veces más que nuestros clientes, qué es lo que necesitan ese día.
Ver los cambios de imagen en algunos casos. Acompañar a clientas desde hace un montón de años y ser casi como parte de la familia…
Alguna anécdota
Yo creo que todos tenemos muchas, después de tantos años de cara al público y con gente de todos los colores…
Una así que me venga rápido…
Un día, entró un chico en la peluquería que quería cambiarse el color. Le dije que no podía, pues tenía mucho trabajo. Se enfadó mucho y entonces me dijo que le diese el dinero de la caja y añadió que si no le daba el dinero me rompería la peluquería. Entonces, hacía poco que había montado mi primer salón y pensé que era un horror que me lo rompiese y no sé de dónde saqué la fuerza, pero lo agarré por el pecho, lo levanté y lo saqué a la calle. Entré y continué trabajando cómo si nada. A las dos horas me temblaba todo.
Otra cosa curiosa. Una vez se juntaron en el salón cuatro señoras. Eran clientas nuevas. Nunca las había visto antes. Entre ellas tampoco se conocían. A una se le ocurrió sacar del bolso la medicación que se tomaba. Mi sorpresa fue, cuando las otras tres hicieron lo mismo. ¡Las cuatro tomaban medicación para la depresión! Compartieron anécdotas y allí se hizo un grupo de amigas, que hoy por hoy aún conservan esa amistad y se han ayudado durante mucho tiempo.
Por lo pronto, no se me ocurre ninguna más, pero cuantas veces alguno de nosotros no hemos pensado:
¿esto está pasando ?
¿de verdad no es una broma ?
¿no nos habrán puesto una cámara oculta ?
¿realmente está pasando esto ?
Ya sé que, cómo en cualquier establecimiento por el que pasa un volumen de gente. Pero como además en nuestros establecimientos pasan ratitos…
¿Cómo veo la peluquería Española ?
MUY BIEN, y en mayúsculas porque hay un gran nivel artístico, porque tenemos gente con muy buena técnica, tanto en color, como en texturas, tanto en cortes como en forma. Porque tenemos a pedazos de artistas.
Hoy por hoy creo que no puede venir nadie de fuera que diga que es mejor que los españoles, porque quizás somos nosotros quien les podríamos decir que somos mejores que ellos. La peluquería española hoy tiene un buen nivel.
Quiero destacar y decir que es una pena cuando alguien hace un trabajo, bien sea para una colección o bien para hacer un shooting y se oyen compañeros que se atreven a decir: “yo lo hago mejor”, “yo soy mejor”. Me parece de poca calidad humana, poco compañerismo, porque al final creo que hay que valorar al que tiene la valentía de exponer un trabajo.
Nadie es digno de abucheos, todos sabemos que hay muchas horas, que hay un equipo rompiéndose la cabeza y quizás no sean merecedores de un premio pero lo que está claro, es que el esfuerzo y la ilusión, puede llevarlos más lejos que el quedarse quietos.
A veces nos hace falta un poco de humildad en el mundo de la peluquería de hoy. Creo que hay que tener más compañerismo. Todos estamos haciendo lo mismo o parecido. Unos tenemos mejores ideas que otros, o distintas, pero nadie es mejor que nadie. Detrás de este trabajo también hay una inversión y lo más fácil sería quedarse sentado en el sofá mirando la tele.
¿Motivación a un empleado?
La mejor motivación a un empleado, es decirle así sin más, te voy a pagar el doble o bien te voy a dar una semana entera de vacaciones cada mes. Jajaaaa
¡¡¡ Esa motivación sería la leche !!!
Pero por desgracia, esto no puede ser. En lo de motivar a los empleados, yo soy muy partidaria de darles un trato como el que nosotros querríamos recibir.
Para empezar, si algún día se quedan porque hay trabajo sin que ni siquiera se lo pidas, creo que se les tiene que compensar de alguna manera ya sea en horas o en dinero.
Al final es fácil motivar, porque si los tienes en casa desde hace tiempo (que es como debería ser) es por algo.
Tú los conoces, tú ya sabes lo que les puede gustar o lo que no. Hay que saber escuchar, saber observar y al final dar un poco de lo que no te piden, pero que sí sabes que quieren.
Hace poco en una formación alguien dijo que una empresa no éramos nosotros. Nosotros somos empresarios, y una empresa es la suma del empresario y sus trabajadores.
Hemos de tener en cuenta que sin nuestro equipo no somos nadie, por muy buenas ideas que tengamos. Porque la empresa, al final, es la suma y por lo tanto sin ellos, no somos empresa y si ellos necesitan se les ha de dar siempre en la justa medida. Hemos de estar todos contentos y los resultados son mejores.
Me pedís que nomine al próximo entrevistado. No es fácil.
Se me ocurre y puede ser muy interesante es Ana Cruz, colaboradora de Felicitas Ordaz, porque ser colaborador de alguien como ella puede ser muy interesante. Su punto de vista también nos puede enriquecer muchísimo. Saber lo que ella piensa desde el otro lado, lo que ella ha vivido, sus experiencias.
Os voy a dejar a vosotros el escoger a uno de ellos, porque para mí es difícil.
Gracias por darme esta oportunidad de expresarme.
¡Os mando un beso muy grande!
Rosa Aso desde 2001, (aunque en realidad igual debería decir desde 1981. Desde mis ocho añitos en plena fascinación por éste mundo, el de la peluquería).
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